San Borombón 1 vs 0 Islander Port
El domingo volví a General González tras quince años de ausencia. La
verdad pensé en no volver jamás. No es que me haya ido herido o enojado con el
pueblo, en realidad creía que González ya no tenía nada más para mi.
Mi amigo, el mosca, me fue a buscar a la estación. Me dio un abrazo muy
fraternal y revoleó mi bolso dentro de su chata polvorienta. Mientras trataba
de ponerse al día de su vida y la vida del pueblo, no paraba de palmearme la
espalda. Él parecía feliz con mi regreso y yo no sabía aún que sentir. Pensé
que íbamos para su casa pero enfiló para otro lado. Estaba un poco
desorientado, creo que es válido luego de tantos años de ausencia, pero más o
menos recordaba donde estábamos y hacia donde deberíamos ir.
Efectivamente no íbamos para su casa. Me dí cuenta cuando estacionó en
la playa de la cancha de San Borombón, el equipo de sus amores. "Nueva
Estancia La Coruña" decía despintada la pared que sostenía la popular. Lo
miré perplejo mientras trataba de bajar de la camioneta.
- ¡Juega el Monaguillo, papá! -gritó agitando sus brazos y otra vez
volvió a tener trece años.
Entramos en la cancha a puro tumulto. Los cantitos, las banderas y la
pirotecnia pintaban aquella tarde de domingo que parecía recién empezar.
Mientras nos sentábamos sobre los tablones de madera, el Mosca me decía
que San Borombón jugaba "contra los putos ingleses de Islander Port".
El que no Salta es un Inglés, cantaba la muchachada. Y yo también.
Los capitanes se saludaron y se intercambiaron banderines, y yo pensaba
que había venido para los festejos del cumpleaños número 40 del Mosca. Se lo
dije.
- Eso es a la noche, Nacho. -me respondió por sobre los gritos de la
hinchada.
El primer tiempo fue bastante intrascendente, casi ni patearon al arco
pero eso sí, en el medio campo se cagaron bien a patadas. El arbitro, un tal
Trucco, parecía que iba a ser operado de cataratas en breve. No veía nada el
malnacido.
En el entretiempo el Mosca desapareció y me indicó que lo esperara
sentado, que ya venía. En su ausencia yo me puse a pensar qué carajo hacía acá.
Había prometido no volver nunca más. Al partir había dejado atrás un telegrama
de despido, una novia de la infancia que se casó con otro y demasiados sueños
truncos.
De repente apareció el Mosca. Al volver lo hizo con una hamburguesa en
cada mano:
- No me alcanzó para la coca.
Miré con desconfianza el sándwich pero al darle el primer bocado ahuyenté
todos mis miedos. Era exquisita, la más rica que había probado en mi vida.
Apenas tenía queso entre un crocante pan francés. Le agradecí el almuerzo al
Mosca.
El segundo tiempo empezó con un poco más de esperanza. El 10 Monaguillo,
un tal Mori, tenía un guante en su zurda. Su primer disparo al arco hizo vibrar
el travesaño. A partir de allí fue un partido bastante entretenido. El local
atacaba por las bandas e intentaba llegar al arco para convertir y quedarse con
los 3 primeros puntos.
Cuando faltaban 7 minutos para la culminación del partido, este tal Mori,
petiso y melenudo, recibió la pelota en el círculo central. Con un firulete
imposible, se sacó al 3 y al 10 de ellos de encima. Y enfiló derechito al arco
como si fuera un exocet en Malvinas. Gambeteó a uno, a dos, a tres y vio al
guardameta adelantado y se la picó con una suavidad pasmosa. Gol del
Monaguillo.
El Mosca me abrazó y me zamarreó de lo lindo estirándome toda la remera.
Gritó al cielo y se persignó.
La hinchada no paró de gritar y alentar hasta el final del partido. El
árbitro pitó el final y el estadio estalló. Papelitos y cintas volaban en el
cielo de General Gonzalez.
Mientras salíamos de la cancha me emocioné. No por el resultado ni
siquiera por el partido. Me conmoví recordando al Mosca, aquella noche de
martes tomándose el mismo tren que me tomé yo hacía unos años para escaparme de
estos pagos. El tipo se fue con sus últimos ahorros y pidiendo el día en su
trabajo para estar al lado mío en el entierro de mi viejo.
¿Cómo puedo decirle que no a este tipo? ¿Cómo puedo decirle que
estoy cansado cuando me dice con la sonrisa llena de dientes "dale,
Nachito, vamos a preparar todo para mi cumple"?
Nacho L.
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