Deportivo Aragón 2 vs 2 Fuxia
Los Gallegos lo tuvieron en un puño, pero Fuxia pagó
carísima la derrota y lo niveló en un final escandaloso, aunque los dos siguen
sin ganar y se miran cara a cara en los peldaños más bajos de la Segunda
división.
No se esperaba tanto en la previa para dos equipos que
mostraron una pálida imagen en las dos primeras fechas, pero la ambición por
bautizarse en la victoria de ambos lados hizo que se abriera el juego de movida
con un intenso ida y vuelta, que se maximizaba por la lluvia que de a poco
empezaba a caer del cielo gonzalence.
El local sentía una responsabilidad extra por esa condición
y por sus dos derrotas previas, y empezó a bailar al ritmo del juego de Fraga,
que se movía con libertad desde el ala izquierda al centro, comiéndoles las
espaldas a la doble contención del Fuxia, Quispe y Caniza. Así las cosas, el
juego se abrió a los 17 minutos por la pelota detenida. Fraga sirvió desde la
derecha, los defensores de la visita tiraron muy mal el achique y a Tito le
cayó la globa como del cielo: control y bombazo de zurda del 9 para acribillar a Sissinio, y festejar
trepado del alambrado junto a un viejito desdentado, que del otro lado de los
rombos tiraba su bici al diablo y recibía al goleador. Inmediatamente todo
Fuxia pidió off side y revisión urgente de la jugada a través del VAR. Ilusos,
el único bar en plenitud que por ahora se ve González es el de la esquina de
Independencia y San Martín. Acaso, aquí los jugadores ante una polémica parecen
haber tomado la estúpida costumbre de hacer el dibujito de la pantalla
televisiva en el aire con los dedos índices, cuando bien saben que esa
tecnología de punta no ha llegado.
Después de esa escena tragicómica, que le valió a la visita
dos amonestados por parte del árbitro Luis Gargiulo, llegó la reacción. El
equipo de Gustavo Ornelli se vio herido en su orgullo y fue al frente con el
aliento de la cabecera visitante. El “y dale dale Fuxia” fue un bálsamo que
tronó fuerte y en el césped el contagio fue instantáneo: tras unos minutos de
dominio en el medio, la mejor jugada colectiva del primer tiempo culminó en el
empate transitorio a los 25 minutos. Vera incursionó por izquierda, combinó con
Quispe y éste jugó doble pared a un toque con el pivoteo de Rizzi, para un
centro perfecto del mismo Quispe que encontró el anticipo del “Pipi” Rosignoli
en el primer palo con la testa, ante la intensa siesta de la defensa gallega.
El 1-1 era justo y sí…el festejo del falso “Pipi” fue besando una vez más los
tatuajes de sus padres arriba de sus pectorales.
No pasó mucho después de la igualdad, y la parte final del
primer acto fue lo más flojo del partido. Pronto, los espectadores locales se
encontraron más preocupados por conseguir un buen lugar en la fila del choripán
que prepara Pepe Fernández que por el desenlace del PT. Se trata casi de un
acto religioso, una cita gastronómica infaltable en cada entretiempo en el
Ramiro I.
Para la complementaria, quedarían dos goles más, las
polémicas, la lluvia torrencial, el perro de doña Catalina que otra vez ganó el
pasto de la cancha (y van …) y la agonía del empate del Fuxia a los 53 minutos,
cuando el reloj de Gargiulo ya se había roto. Pero antes de eso el Deportivo
volvió a tomar la iniciativa y fue a través del punto penal, luego de la
supuesta mano de Meza que derivó en el fallo del árbitro, nuevamente muy
discutido por el Fuxia, y de repente el peor resultado posible para “El
Barrio”. Roja para el golero Sissinio por la excesiva protesta seguida de
escupitajo, un cambio obligado para la entrada del arquero suplente nacido en
el pueblo de Ramón Santamarina, Omar “Chorizo” Benítez, y la ejecución
impecable del otro arquero, Casella. El Beto cruzó la cancha con elegancia,
casi como caminando por la San Martín un sábado a la nochecita. Llegó, acomodó
la globa, se plantó y lo miró fijo al Chorizo. La resolución fue cruzada y fuerte,
abajo, a la izquierda. Benítez, un tanto excedido de peso, adivinó y llegó bien
a ese sector, pero para cuando aterrizó el Fuxia ya estaba sacando del medio.
Todo ello fue alrededor de los 20 minutos, lo que siguió de
un cambio que complicó al local. Fraga dijo basta (otra vez esa pubalgia
haciendo de las suyas) y el equipo perdió brillo en la posesión, se achanchó,
confió en exceso en la mínima ventaja y sin querer echó culo y rifó el balón,
aún estando 11 contra 10. Fuxia a esta altura pateaba el tablero de la
prolijidad y empujaba con centros, pero Casella estaba muy seguro y a Maldonado
le salieron chichones de tanto despejar.
No obstante, Gargiulo adicionó cinco minutos y todos los
locales se acordaron de su madre, abuela, tía y hermana. Era una convocatoria
unánime al aparato reproductor de esas buenas mujeres, y tras cartón, el
cronometro del hombre de negro dijo basta. “Apoyate en los lineman”, le sugirió
el capitán local Vastes, pero Gargiulo se le plantó y le dijo “se termina a
tanteo, se juega hasta que yo lo diga”, y después de tantos centros llegó el
milagro. A los 53 minutos, el Chorizo Benítez tiró a la olla desde el círculo
central, D’amico la bajó en el punto penal y por el segundo palo la empujó
Girulis, que se le escapó a Maldonado (el único yerro del Cacha) e
inmediatamente se subió a una motito imaginaria para festejar y conducir en zig
zag hasta el banderín del córner, donde se hizo una montaña humana entre el
barro acumulado. El Chorizo, el crédito de Santamarina, atinó a unirse en el festejo
pero se ahogó a mitad de camino y Ornelli le gritaba desesperado que abortara
esa carrera.
Sin embargo, el juego nunca se reanudó, ya que Gargiulo
entró al arco local que da a la calle Sarmiento, tomó la globa y marcó el
final. Fuxia lo festejó como una victoria, mientras que todos los jugadores del
Aragón, titulares y suplentes, con el “Vizcacha” Gigena incluido, fueron a
patotearlo a Don Luis. El árbitro recibió empujones y puntapiés en los
tobillos, pero salió airoso con mirada desafiante y les preguntó a sus
colaboradores, Crotti y Martinelli, si habían afinado bien la vista para
elaborar el informe, el cual seguramente será muy severo.
Emotivo final, 2-2, un punto para cada lado con resolución
justificada y a pensar en el trabajo de la semana, aunque el que se fue más
feliz por la épica del empate en inferioridad numérica fue el Fuxia, que se
retiró del Ramiro I al grito de guerra de “Barrio, Barrio, Barrio .. huevo, huevo, huevo” …
Agustín Betancor