Boleteros 1 vs 0 San Borombón
Al final decidí quedarme unos días en González. El festejo
del cumpleaños 40 de mi amigo el Mosca estuvo a su altura. Mucho alcohol,
cumbia al palo y choripan. Se nota que es un tipo querido en el pueblo, porque
en la noche del domingo su casa explotaba.
En la semana salí a caminar por el pueblo y me fui
reencontrado con mi pasado, con todo aquello que creí dejar atrás para siempre.
Lo bueno y lo malo.
Dos veces amagué a irme del pueblo y volver al conurbano. En
ambas ocasiones el Mosca me convenció con argumentos bien sólidos. El primero,
me presentó a Hilario Monesterolo, que es el dueño de la radio y éste, un
sujeto divertido y extravagante, me ofreció cubrir la liga Gonzalense. Debo
decir que ayudó mucho la insistencia que el Mosca le puso al asunto. La segunda
excusa es que el mismo Mosca me presentó a Brenda, su prima.
Cuestión que me convenció y me quedé una semana más.
Recibí un mensaje de Hilario, me informó que me tocaba
cubrir el partido de la segunda fecha de la Liga. Esta vez debía viajar a Cohieyolan,
al estadio de Boleteros que recibía a San Borombón. En seguida, me llegó otro
mensaje, era del Mosca: "Vamos a la cancha loco".
El domingo fuimos a Cohieyolan en la chata de mi amigo. Le
dije que la lave de vez en cuando, tenía tanta mugre que no se reconocía ni la
marca. "Lo que pasa que si la lavo, se rompe. Es fija".
Llegamos a la cancha. El Estadio de Boleteros es bastante
más modesto que la de los monaguillos. Nos ubicamos en la tribuna visitante, yo
podía haber ido al palco de prensa que era minúsculo, pues la radio me había
dado una credencial para poder acreditarme.
El partido empezó enseguida. Revisé la lista y jugaba de
titular Mori, el 10 visitante que me había deslumbrado el domingo pasado. El
equipo local presentaba algunos cambios a la fuerza ya que en la fecha anterior
le expulsaron tres jugadores.
El primer tiempo fue de lo más aburrido que vi en los
últimos tiempos. San Borombón intentaba controlar el partido mediante la
posesión de la pelota, filosofía de su director técnico Ricardo Silbaro. Pero
eso si, el único disparo al arco fue de 45 metros porque el arquero de
Bolereros estaba adelantado gritándole al 5 de ellos.
El Mosca parecía nervioso, se apretaba las manos y puteaba a
los jugadores, a propios y extraños. Y la verdad era entendible.
A los 37 minutos del primer tiempo, en un contragolpe del
equipo local, Julián Squerra con el dorsal número 8, se dirigió prácticamente
solo por la banda derecha y empezó a cerrarse para enfilar hacia el arco de los
Monaguillos. Antes que llegue al área, Maurico Valoni que se había quedado en
la retaguardia, lo cruzó con un codazo que se pudo ver y oír desde el otro lado
de la cancha. El estadio estalló en gritos.
El mosca se puso de pie y agitando los brazos gritó:
"¡No fue nada! ¿Que cobrás, Koldavica la concha de tu madre? Fue a la
pelota, viejo". El arbitro le mostró la roja al 3 visitante. El Mosca se
sentó con fastidio y buscaba mi mirada cómplice. Le dije que estaba bien
expulsado, hizo una mueca de fastidio y me insultó. Minutos después terminó el
primer tiempo.
En el entretiempo bajé al baño. Por suerte no había tanta
gente porque los visitantes no se habían movilizado en cantidad.
Al volver, el Mosca no estaba solo. Estaba charlando con su
prima Brenda que había llegado recién para ver el partido. Me la volvió a
presentar y nos reíimos de eso.
En el segundo tiempo la cosa fue más despareja. Al tener un
hombre menos, el técnico sacó al 7 de San Borombón y puso un marcador central y
al 6 lo mandó a custodiar la franja izquierda que había quedado libre tras la
expulsión. Por lo tanto, el local abandonó la comodidad y la especulación, y
empezó a atacar con más hombres.
Ceferino Cortés, el arquero monaguillo sacó dos pelotas
fundamentales. La primera, mediante un corner, Quintana el 6 de Boleteros saltó
como cinco metros y cabeceó al segundo palo bien al angulo. Cortés se estiró
rápido y alcanzó a taparla con mano cambiada. La segunda pelota fue un mano a
mano que tuvo el 9 local en la puerta del área, y Cortés, en forma totalmente
temeraria, salió al cruce y le tapó una pelota que parecía meterse envenenada
con destino de gol al primer palo. Lo aplaudimos y vitoreamos todos los
visitantes.
Promediando el segundo tiempo, en un tiro libre en favor del
local, debido a una falta infantil de Castro, el 5 de San Borombón, iba a
llegar el gol de Boleteros. El disparo fue ejecutado cinco metros detrás de la
línea de cal del área y con un derechazo que se desvió en la barrera, le
modificó la trayectoria a la pelota y entró limpia al primer palo. El estadio
explotó. El Mosca se tapó la cara con ambas manos y su prima le pasó un brazo
por la espalda a modo de abrazo. Me hubiera gustado que me hiciera el mismo
gesto.
A partir de allí, todo lo que intentaba San Borombón, era
estéril. Lo que no pudo concretar cuando eran once contra once, teniendo un
hombre menos, tampoco pudo resolver el partido e intentar llevarse un punto de
visitante.
El arbitro por fin pitó el final del partido y nos fuimos.
Mientras salíamos del estadio, el Mosca me palmeó la espalda a modo de
disculpas por el exabrupto del primer tiempo y nos invitó a su prima y a mi a
tomar una cerveza. Me pareció un buen plan, sobre todo porque Brenda me miró y
su sonrisa se clavó en el ángulo superando todas mis barreras.
Nacho LaMadrid
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