jueves, 2 de abril de 2020

Triunfo Ferroviario!


Boleteros 1 vs 0 San Borombón


Al final decidí quedarme unos días en González. El festejo del cumpleaños 40 de mi amigo el Mosca estuvo a su altura. Mucho alcohol, cumbia al palo y choripan. Se nota que es un tipo querido en el pueblo, porque en la noche del domingo su casa explotaba.
En la semana salí a caminar por el pueblo y me fui reencontrado con mi pasado, con todo aquello que creí dejar atrás para siempre. Lo bueno y lo malo.
Dos veces amagué a irme del pueblo y volver al conurbano. En ambas ocasiones el Mosca me convenció con argumentos bien sólidos. El primero, me presentó a Hilario Monesterolo, que es el dueño de la radio y éste, un sujeto divertido y extravagante, me ofreció cubrir la liga Gonzalense. Debo decir que ayudó mucho la insistencia que el Mosca le puso al asunto. La segunda excusa es que el mismo Mosca me presentó a Brenda, su prima.
Cuestión que me convenció y me quedé una semana más.
Recibí un mensaje de Hilario, me informó que me tocaba cubrir el partido de la segunda fecha de la Liga. Esta vez debía viajar a Cohieyolan, al estadio de Boleteros que recibía a San Borombón. En seguida, me llegó otro mensaje, era del Mosca: "Vamos a la cancha loco".
El domingo fuimos a Cohieyolan en la chata de mi amigo. Le dije que la lave de vez en cuando, tenía tanta mugre que no se reconocía ni la marca. "Lo que pasa que si la lavo, se rompe. Es fija".
Llegamos a la cancha. El Estadio de Boleteros es bastante más modesto que la de los monaguillos. Nos ubicamos en la tribuna visitante, yo podía haber ido al palco de prensa que era minúsculo, pues la radio me había dado una credencial para poder acreditarme.
El partido empezó enseguida. Revisé la lista y jugaba de titular Mori, el 10 visitante que me había deslumbrado el domingo pasado. El equipo local presentaba algunos cambios a la fuerza ya que en la fecha anterior le expulsaron tres jugadores.
El primer tiempo fue de lo más aburrido que vi en los últimos tiempos. San Borombón intentaba controlar el partido mediante la posesión de la pelota, filosofía de su director técnico Ricardo Silbaro. Pero eso si, el único disparo al arco fue de 45 metros porque el arquero de Bolereros estaba adelantado gritándole al 5 de ellos.
El Mosca parecía nervioso, se apretaba las manos y puteaba a los jugadores, a propios y extraños. Y la verdad era entendible.
A los 37 minutos del primer tiempo, en un contragolpe del equipo local, Julián Squerra con el dorsal número 8, se dirigió prácticamente solo por la banda derecha y empezó a cerrarse para enfilar hacia el arco de los Monaguillos. Antes que llegue al área, Maurico Valoni que se había quedado en la retaguardia, lo cruzó con un codazo que se pudo ver y oír desde el otro lado de la cancha. El estadio estalló en gritos.
El mosca se puso de pie y agitando los brazos gritó: "¡No fue nada! ¿Que cobrás, Koldavica la concha de tu madre? Fue a la pelota, viejo". El arbitro le mostró la roja al 3 visitante. El Mosca se sentó con fastidio y buscaba mi mirada cómplice. Le dije que estaba bien expulsado, hizo una mueca de fastidio y me insultó. Minutos después terminó el primer tiempo.
En el entretiempo bajé al baño. Por suerte no había tanta gente porque los visitantes no se habían movilizado en cantidad.
Al volver, el Mosca no estaba solo. Estaba charlando con su prima Brenda que había llegado recién para ver el partido. Me la volvió a presentar y nos reíimos de eso.
En el segundo tiempo la cosa fue más despareja. Al tener un hombre menos, el técnico sacó al 7 de San Borombón y puso un marcador central y al 6 lo mandó a custodiar la franja izquierda que había quedado libre tras la expulsión. Por lo tanto, el local abandonó la comodidad y la especulación, y empezó a atacar con más hombres.
Ceferino Cortés, el arquero monaguillo sacó dos pelotas fundamentales. La primera, mediante un corner, Quintana el 6 de Boleteros saltó como cinco metros y cabeceó al segundo palo bien al angulo. Cortés se estiró rápido y alcanzó a taparla con mano cambiada. La segunda pelota fue un mano a mano que tuvo el 9 local en la puerta del área, y Cortés, en forma totalmente temeraria, salió al cruce y le tapó una pelota que parecía meterse envenenada con destino de gol al primer palo. Lo aplaudimos y vitoreamos todos los visitantes.
Promediando el segundo tiempo, en un tiro libre en favor del local, debido a una falta infantil de Castro, el 5 de San Borombón, iba a llegar el gol de Boleteros. El disparo fue ejecutado cinco metros detrás de la línea de cal del área y con un derechazo que se desvió en la barrera, le modificó la trayectoria a la pelota y entró limpia al primer palo. El estadio explotó. El Mosca se tapó la cara con ambas manos y su prima le pasó un brazo por la espalda a modo de abrazo. Me hubiera gustado que me hiciera el mismo gesto.
A partir de allí, todo lo que intentaba San Borombón, era estéril. Lo que no pudo concretar cuando eran once contra once, teniendo un hombre menos, tampoco pudo resolver el partido e intentar llevarse un punto de visitante.
El arbitro por fin pitó el final del partido y nos fuimos. Mientras salíamos del estadio, el Mosca me palmeó la espalda a modo de disculpas por el exabrupto del primer tiempo y nos invitó a su prima y a mi a tomar una cerveza. Me pareció un buen plan, sobre todo porque Brenda me miró y su sonrisa se clavó en el ángulo superando todas mis barreras.

Nacho LaMadrid

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