martes, 9 de junio de 2020

En un abrir y cerrar de ojos

Pescadería Carnevale 2 vs 0 Ángeles FuicksGral. González 1 vs 0 Deportivo Malvinas


A último momento y por un llamado de Hilario (el dueño de la radio) tuve que ir a cubrir el partido entre Gral. González y Deportivo Malvinas mientras estaba al tanto de los sms (sí, esa moderna tecnología del siglo pasado) que me enviaban desde el encuentro entre Pescadería Carnevale y Ángeles Fuicks porque había problemas de wifi, de 4G, de 5X y de 6 o 7 empresas que siempre hacen lo mismo con los servicios. No había hecho más que acomodarme frente al alambrado cuando escucho un sonido extraño, como el canto de un ave ahogada, lejano pero estridente, cercano pero apagado. Bueno no, era el aviso de que tenía un sms entrante, ya había olvidado el “ringtone” que le había asignado hace años en mi celular: Gol de Pescadería, D’alleva al minuto de iniciado el match.

Supuse que si así habían arrancado en la otra cancha, con un poquito de suerte, entre goles y mensajes iba a pasar la tarde bastante rápido. No fue así. Los nervios de Malvinas por esa posición expectante que mantenían en la tabla no los dejaba desarrollar el fútbol que, justamente, los puso en ese lugar expectante de la tabla. Y González con los mismos problemas de este año: mucha actitud, mucha garra y nada más, imprecisos, nerviosos, apurados y siempre con la decisión equivocada. El primer tiempo terminó 0 a 0 y mis pies perdían por goleada con el frío. Envié sms para constatar que todo seguía igual en el otro encuentro y no recibí respuesta.

Junto con el silbatazo inicial del segundo tiempo escuché el grito de ese pájaro ahogado que se quejaba adentro de mi Nokia, eran dos mensajes: el primero decía “CAMEÑERO” y el segundo “Sí, todo igual”. Deduje que en la ráfaga de señal que había levantado ambos mensajes a la vez, se había intercambiado el orden de salida y que efectivamente el primer tiempo había terminado 1 a 0 y a poco de iniciada la segunda mitad, Manuel Cameñero había anotado la segunda diferencia para Pescadería, ante un Ángeles que está envuelto en muchísimas incertidumbres, con la presencia de más abogados y representantes de jugadores, que de los propios futbolistas en entrenamientos y edificios de la institución.

González había empezado a avanzar en el terreno y Malvinas se mostraba muy cansado, evidentemente el desgaste psicológico a veces puede ser más determinante que el físico propiamente dicho. Yo ya no sentía ninguno de los pies y había empezado a toser un poco, no quería otra cosa que irme a tomar un mate, un té caliente e incluso un café.

Vi partir la pelota desde el cuarto de círculo del ataque derecho del Decano y esa cosquillita inconfundible que sólo se siente en la nariz me dio el inequívoco mensaje de que iba a estornudar. Tomé aire y alcancé a taparme la boca y la nariz con el antebrazo cuando la hinchada pareció festejar semejante estornudo, rendirse ante la majestuosidad de esa expresión de la naturaleza humana, pero no: en el momento que estornudaba, Itoles cabeceaba fuerte al medio del arco dejando a todos en la defensa pasmados mirando la pelota.

Fue así como en un abrir y cerrar de ojos González se quedó con los tres puntos, tan así fue que no pude ver el gol porque justamente tenía los ojos cerrados. Las personas que estaban cerca mío me dijeron lo de la facilidad para ganar arriba del centroforward y por dónde había entrado el balón. Yo estornudé un par de veces más pero procuré hacerlo cuando la pelota transitaba el mediocampo.

Matías Batallini

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