domingo, 12 de abril de 2020

El clásico fue Monaguillo

San Borombón 3 vs 0 San Isidro


De a poco empezaba a hacerme hincha de San Borombon. Ir a la cancha, investigar sobre sus jugadores y su historia, observar a Mosca padecer a su equipo, todo eso logró que los colores del Monaguillo me despertaran simpatía. Que la prima del Mosca, Brenda, fuera de San Borombón era un simple detalle. Creo.
El llamado de Hilario me llegó el jueves. El domingo debía cubrir a San Borombón con San Isidro.
Durante la semana volvía a mi barrio en el conurbano y cada viernes me tomaba el tren para pasar el fin de semana en González. Mi amigo me había abierto la puerta de su casa para quedarme cuanto quisiera. Y yo aprovechaba para compartir tiempo con él tras tantos años de distancias, también cubrir la liga de fútbol chacarero y de paso seguir cerca de Brenda.
El domingo volvimos a la cancha del Monaguillo en la polvorienta camioneta del Mosca. Le pregunté por el rival.
- Son una manga de putos oligarcas.
- Si, está bien. Pero es el clásico. -le recordé.
El Mosca refunfuñó y estacionamos fuera de la cancha.
Una vez en las tribunas, saqué mi cuaderno rojo para tomar apuntes. Mi amigo lo miró como si hubiera visto un bicho raro.
Arrancó el partido.
Esta vez San Borombón salió a la cancha decidido, no solo a dominar el partido, sino también a ganarlo desde el primer minuto. La asociación Mori - Paz empezó uno de las mejores esperanzas de los últimos tiempos. El 10 manejaba la pelota por todo el frente de ataque y la distribuía a diestra y siniestra para buscar el gol.
San Isidro intentaba contener el avance del equipo local desde el medio campo, sobre todo que Mori no tocara la pelota y así evitar su magnífica distribución.
Hacia el final del partido, Mori descargó hacia la derecha para Landa, que como su homónimo general de la película Bastardos Sin Gloria, disparó letalmente un centro en un solo toque que cayó en la cabeza de Paz, que la ubicó en el segundo palo a media altura. Gol de San Borombón. A festejar y a las duchas.
En el entretiempo aproveché para tomar notas. El Mosca se apareció con un par de hamburguesas como la vez pasada. Comimos con ganas.
El segundo tiempo parecía prometedor. Y no nos defraudó. El maridaje de buen juego y precisión de la delantera del Monaguillo rompía todas las leyes de la física. Vale decir que el arquero visitante tuvo una tarde notable. Sacó dos pelotas de los ángulos que se colaban desde media distancia.
El segundo gol llegó promediando el segundo tiempo. Un contragolpe rápido iniciado en la derecha quirúrgica de Ferrarichi. El lateral despejó una pelota que quedó picando sobre la banda derecha. Le cayó llovida a Landa que se cortó directo hacia el arco. Brennan, el arquero oligarca, salió a cortarle. Landa lo gambeteó por afuera y tiró un centro a ras del césped hacia la zona de punto penal. Allí, Paz, el robusto número 9 local la interceptó de derecha y la pelota entró entre las piernas del guardameta.
El tercer gol fue de penal a los 88 minutos. En un corner en el área de San Isidro, el marcador central Anchorena tocó la pelota con la mano desviando un cabezazo de Landa. El arbitro marcó el penal y le sacó la amarilla al defensor tras las quejas exageradas.
El tiro lo ejecutó Paz. Al medio y gol. Los jugadores festejaron, el visitante sacó del medio y el referí pitó el final enseguida.
Mientras nos preparábamos para salir, se me cayó el cuaderno. El Mosca se agachó a recogerlo. Quedó abierto en una hoja donde había escrito un poema para Brenda. El Mosca lo leyó en silencio y me lo devolvió.
Bajamos de la tribuna y cuando pasé a su lado, me palmeó la espalda y me dijo:

- Que putito, eh!

Y estalló en una carcajada.

Nacho LaMadrid

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