martes, 12 de mayo de 2020

Todos para uno

Internacional Sud 3 vs 3 Monte Azul


Por Juan Gabriel Paz, para “Goleada Informativa”


-No sabés lo que soñé anoche, Negro. Arrancábamos el partido 3 a 0 abajo. En el segundo tiempo, el Chulo metía tres goles, tres golazos. Y en el último minuto, yo hacía una apilada, tocaba y, de pronto, se me nublaba todo y sentía un ardor, como fuego, en todo el cuerpo, sentía el pastito en la cara, y escuchaba un grito fuerte de la hinchada, y repetían tu nombre. Ahí me desperté.

-Aflojale al vino, Tito…

-Jaja.

“Los tres mosqueteros”, como llamaba la gente de los bichos a estos tres pibes, iban juntos a todos lados. En las buenas y en las malas, eran inseparables. Tito Ponce, Chulo Focas y el Negro Jaramillo. La delantera que salía de memoria en Monte Azul. Y los hechos demostraban que el mote no era verso. Cuando fueron a probarse a Independiente, dos quedaron, pero el Chulo, no. Así es que desistieron y pegaron la vuelta. Cuando se enfermó la hermanita del Negro, pusieron toda la plata que tenían, y hasta vendieron sus pertenencias, para pagarle los remedios.

Comenzó el partido en el estadio “Padre Ceferino Gómez” con dominio absoluto del local. Los goles llegaron con naturalidad. Un cabezazo de Cerchiara a los 12; una volea de Epuyén a los 28; y una arremetida de Zambrano, tras un borbollón en el área, a los 39.

El técnico Torrente decidió confiar en su equipo y mandó a los mismos once de la visita para la segunda parte. A los 50, Focas sorprendió a Toledo con un tiro de emboquillada desde 35 metros. Seis minutos más tarde, el propio Chulo conectó de chilena un centro de Giannieri.

Mientras volvían rápidamente al centro de la cancha, festejando el descuento que ilusionaba, se cruzó por la cabeza del Negro una idea, una sensación. No…macanas…

Minutos más tarde, Ponce gambeteó a varios y recibió una dura falta del zaguero Niemiec. El fornido defensor, no en vano apodado “el Vikingo”, se la prometió a Tito. La próxima vez que hacés eso te rompo todo, ¿entendiste? Ya tenía en su prontuario varias fracturas y roturas de ligamentos. No es de los que amenazan en vano.

A los 79, una gambeta en el área, con caño incluido y definición de taco, enmudeció a la parcialidad del “laburo”. “Hat trick” del Chulo. Un frío espeluznante recorrió la espalda del Negro.

A los 89, llegó la jugada incomprensible. Tito la pidió, como siempre, caradura. Y empezó a apilar rivales. En velocidad, por el carril del 8, comenzó a ilusionar a los de Monte Azul con el gol que les diera la primera victoria en el torneo, luego del empate ante San Borombón, para salir del fondo. El Negro acompañaba por el centro. Cuando Tito se sacó de encima a Martínez, solo quedaba tocársela a su amigo, que estaba vigilado por el Vikingo, para que se fuera directamente al arco. Niemiec salió con decisión a cortar al volante. Jaramillo, contrariamente a lo que cualquier delantero experimentado como él haría, en lugar de picar al vacío para recibir el pase en profundidad y verse la cara con el arquero, corrió frenéticamente tras el 2 del local. Con un salto felino, le pegó de atrás al Vikingo una patada voladora, digna de un experto artista marcial, que dejó las articulaciones del grandote en una posición antinatural. Luego de eso, batahola, roja directa, insultos, y lo de siempre en estos casos. Jaramillo se fue a los vestuarios esquivando botellitas de plástico y salivazos. No parecía importarle demasiado.

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