martes, 9 de junio de 2020

El último Grito

Fuxia 3 vs 2 Federación Agropecuaria


El “Cholo” no se sentía muy bien en la jornada sabatina. El diagnóstico que le dio el médico esta semana no había sido muy halagüeño porque el maldito cáncer estaba en pleno avance. Ya el tratamiento vía rayos, siempre tan invasivo como necesario ante este padecimiento, no hacían mella como hace algunos meses y cualquier esfuerzo parecía en vano. Y si bien el “Cholo” es de esos tipos que le ponen onda a todo, sospechaba que el final estaba cerca.

Solo un deseo les pidió a “Sumpi” y al “Carucha”: “Quiero ir a ver al Fuxia y verlo ganar por última vez”. Es que el Fuxia no gana seguido, porque además se trata de un club nuevo, que tiene 11 años y que, en definitiva, está en pleno crecimiento.

“Sumpi” y “Carucha” se subieron al viejo Citroën tipo una, ese que parece una ranita modelo 50 y algo pero que como es barato de repuestos y gasta poco, va como piña. Llegaron a lo de “Cholo” para ir a la cancha. “Está fresco, no le conviene ir” soltó Marisa mientras largaba el último hilo de humo de su boca y apagaba el cigarro armado, de esos que parecen un porro según el ojo clínico del “Gallego”, otro integrante de la banda de amigos que justo este día tuvo doble turno en el súper y se quedó con las ganas.

“Decile que no ‘Sumpi’, está muy mal el ‘Cholo’, fijate si lo podes convencer, que se quede en casa” insistió Marisa al tiempo que prendió otro de esos canutos que hoy, en tiempos de pandemia, se consiguen más que los tradicionales y cotizan en dólar blue.

No hubo caso. El “Cholo” escuchó la súplica y salió de la pieza. Casi que les ordenó a los muchachos que lo lleven, que aunque sea lo último que haga quería que eso sea en la cancha del Fuxia, porque el “Cholo” es el socio 004, y no es el 001 o el 002 porque justo ese dio le diagnosticaron el maldito cáncer de pulmón, sino sería el uno, no hay dudas. Nadie en el barrio duda de eso.

El partido entre el Fuxia y Federación Agropecuaria estaba entretenido. Lejos de la punta, y ya con pocas chances, los equipos se animaron a mirar el arco de enfrente como si allí se encontrara la vacuna contra el coronavirus. El primer tiempo se fue 2 a 0 para la visita, porque Elichiri y Godoy tuvieron contundencia y le hicieron pagar caro la falta de la misma a los locales, que tuvieron a los palos y los rebotes al córner como enemigos íntimos en esos 45 iniciales.

“Che, el ‘Cholo’ está pálido” era el comentario de muchos en la cantina. Efectivamente era así. Pero aunque sea lo último que haga, lo prefería en esa cancha. Y ni en pedo al “Sumpi” y al “Carucha” se les hubiera ocurrido esbozarle la chance de irse en el entretiempo, porque el “Cholo” es de esos que creen en las remontadas. Y porque además, si su fin era ahí, en la cancha que supo poner algún que otro ladrillo detrás del arco que ahora mismo ocupa esperando que el Fuxia lo de vuelta, se iría hecho.


Empezó el segundo tiempo. Los palos y el travesaño, la cabeza salvadora del “Gringo” Jakov en la raya, la atajada “a lo Torrico a Allione” de Balzaguy ante el zapatazo a quemarropa de Rizzi, eran un presagio de que ese no era el día. Esa puta sensación de que se podía jugar dos horas más que la pelota no iba a entrar, era la de todo el Fuxia.

Pero llegó el descuento. El archimerecidisisimo descuento. A los 28’, Ibauza fue con la lanza por la derecha, metió el centro y el resistido D’amico la empujó casi de arremetida. 1-2 y a seguir buscando.

Quedaban 5. El “Cholo” lo vivía con el corazón en la mano, casi sin fuerzas de tanto gritar con sus manos metidas en el alambrado hasta los nudillos, bordos del frio. Y más pálido que hace un rato….

A los 45’, el bravo de Hugolino, que de tan temerario se ganó el apodo de “Sheriff” por Castrilli, marcó el penal con la cola casi en el piso y señalando con el dedo índice sin titubear el punto del área grande. En rigor de verdad fue más grande que el Maracaná. Si ni uno de la visita amagó a refunfuñarle. Rosignoli lo cambió por gol, con autoridad. 2 a 2, algarabía total. El “Cholo” lloraba, y seguía pálido como una hoja.

“¿¡Cuatro más!??”, se escuchó desde atrás del arco., seguido por un ¿¿nada más??. El “Cholo” estaba exhausto pero con algunas fuerzas para rezongarle al estricto hombre de negro. “Sumpi” y “Carucha”, como amigos de ley, habían acatado la orden. “Aunque sea lo último que haga” parecían decirse solo con la mirada cada vez más cómplice. Era una orden a esa altura.

Pelota parada, la última, 49 clavados, 2 a 2, el centro a la olla y el cabezazo al ángulo de Rizzi desató el alocado festejo. El “Cholo” lo gritó, se arrodilló y ahí quedó. El cuore dijo basta. Lo sabía, lo presumía desde ese mismo día. Pero era su anhelo, ese que cualquier hincha pediría a la hora de dejar este mundo. El de partir con un triunfo y sobre la hora en la cancha del equipo que ama y rodeado de amigos de fierro, como el “Sumpi” y el “Carucha”…..

Luciano Badíe

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