Antes del partido frente a Cantegriles nos
fuimos con el Mosca a almorzar a una cantina. Comimos como los dioses, no
pagamos una fortuna, así que podríamos decir que estamos en condiciones de
volver el domingo que viene o cualquier otro día. La comida, casero todo, era
espectacular. Pero eso si, el vino es extraordinario. Te sirven un vino tinto
que se llama Tanco que es un infierno. Tomás un vaso y te empieza a calentar el
pico. Nos tomamos tres botellas. Así quedamos, nos retiramos del lugar
abrazados y cantando un cantito de cancha de San Borombon. Y entonados, nos
fuimos a ver el partido a la cancha del Monaguillo.
Pero algo raro pasó durante el almuerzo.
Mientras atacábamos la segunda botella,
sentí la proximidad de otra persona. Capté el vientito de un cuerpo en
movimiento repentino sobre mi. Una voz, masculina y firme me habló al oído.
— Hay un fusilado que vive.
Y el tipo desaparece.
Fui al baño y me encuentré ahí a un tipo
meando en los mingitorios. Lo miré esperando alguna señal que me indique si fue
él quien me habló alla afuera. El tipo vestia camisa, llevaba unos anteojos
cuadrados y un aire de misterio que me exasperaba.
Se lavó las manos y me miró desde el refejo
del espejo.
— Fusilaron personas frente a la boletería de
la cancha. Hay uno que sobrevivió. El tipo tiene miedo pero puede hablar. Te
doy el dato a vos que sos periodista. ¿O no?
Asentí en silencio.
El tipo se secó las manos, me miró por ultima
vez y salió del baño.
El estadio está colmado. En las ultimas
fechas la gente acompaña y esta no es la excepción. Hay mucho agite, mucha
euforia suelta en las tribunas.
El público, por primera vez en el torneo, aplaudió
eufórico al técnico local. Sibaro levantó su brazo en señal de agradecimiento y
se llevó la otra mano al corazón.
A los 18 minutos del primer tiempo, el árbitro
sancionó penal para San Borombon. Un disparo desde el córner derecho cae
llovido sobre el punto penal. Un codazo le impide saltar y conectar con el
balón a Paz. El juez no duda, y marca la sanción del inmediato. Penal para San
Borombon y roja directa para Lucero, el numero 2 visitante. Los jugadores de
Cantegriles demoraron la ejecución del tiro penal porque habían rodeado al árbitro
reclamando la tarjeta de su compañero.
Una vez calmadas las aguas, Mori ejecutó un
tiro preciso colocando el balón en el ángulo. Gol. Y el Coruña estalló.
A pesar de la diferencia numérica, San
Borombón no supo aprovechar esa ventaja. Intentó todo el primer tiempo ampliar
la disparidad en el marcador pero Cantegriles se paró bien desde atrás para
evitar una tragedia. El árbitro adicionó 11 minutos y en el entretiempo se fue
insultado por la parcialidad visitante.
El segundo tiempo no fue muy distinto. San
Borombón buscó la definición en el resultado todo el tiempo. Cantegriles parecía
decidido a bancar que la diferencia no fuera mayor. Gran tarde de Romegueni, el
portero visitante, quien sacó todo.
El árbitro marcó el final.
Mientras salimos del estadio, entre la
multitud vi una cara conocida parada frente a la boletería visitante. Era el
tipo de la cantina. Me separé del Mosca que hablaba con otras personas y busqué
al hombre de camisa.
Lo perdí.
Pero, ahí parado, noté que en la pared del
estadio había una pequeña placa en homenaje a los fusilados de 1977. Le saqué
una foto.
Recién en la casa del Mosca, al ver la foto,
noté que estaba firmada por “La Rosa de Cobre”.
Nacho LaMadrid
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